jueves, 29 de julio de 2010

Pobre Clarissa



Tatuaje tras tatuaje, piercing tras piercing y ya no se que mas hacer para llamar la atención. De juerga en juerga ando yo aunque mejor me pongo a escribir una canción. Tengo la maldita manía de estar rimando, pero así es mi vida, y así es como empezó todo.

Conocí a Alex, un gran amigo de mi primo, tiene el cuerpo de Jacob Black y esta más que rico, en fin, él es el que me tatúa.

Me invitó a una fiesta en casa de Clarisa, una fresita de la Escuela, se muere por Alex y a mí me da risa, quien pensaría que Clarisa estaba metida en drogas. Decidimos mis amigos y yo emborracharla hasta que no de mas, pero aunque no lo crean, tenía más cabeza que la gran mayoría, aunque jamás podría ganarme a mí.

Clarisa y yo somos muy distintas, como el blanco con el negro, como las emos y las fresas o como el agua y el aceite, así somos. Decidí convertir a Clarisa en uno de nosotros, alguien con coraje… que sepa que es lo que realmente quiere, pero es una ilusa, hace todo lo que quiero y eso me gusta.
A decir verdad para con Clarisa porque ella me gusta, podría decirse que me considero Bisexual, pero no es algo que me afecte.

Empezamos con los tragos, ella me dio marihuana y yo le di ron, una por otra. Empezamos a estar en nuestro mundo de felicidad, ella se acerco a mí y entre toda la oscuridad me empezó a besar, eso fue algo que nunca lo imaginé y menos viniendo de Clarisa la niña mas fresa, pero suele pasar.
Pasaba el tiempo y yo seguía viéndome con Clarisa, pero claro, a escondidas porque esta sociedad de mierda jamás dejara que uno sea feliz.

Ella me engañó, me cambio por Bárbara?, al principio llegue a pensar que era broma, ósea no sabe lo que se pierde? Puede que sí, puede que no, no dejare que sea yo la que quede mal parada.
Decidí salir con Clari, ella no sabía mi plan, iba a matarla, no podía soportar que me cambiara por otra chica y menos como Bárbara, así que fuimos al campo, nadie suele ir por ahí… piensan que hay cosas raras, que ilusos.

Llegamos al campo y comenzamos a hablar, ella me dijo varias veces que no sentía nada por mí y yo ya no la soportaba, entre mis ataques de histeria, el pánico y la cólera… abrí el bolso y saque una pistola, ella quedo fría y pálida no quería ni moverse y me rogaba que la dejara en paz, pero yo solo pensaba que si no estaba conmigo no podría ser feliz con nadie. Me portaría como todos los homo fóbicos y la maté.

Hasta el día de hoy no dejo de pensar que sería de Clarisa si no estuviera muerta, espero que algún día sus padres traten de perdonarme, pero si estuviera viva y me hace lo mismo, no dudaría en volver a matarla.

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