Hay veces en que la vida que a uno le toca es más fuerte de lo normal, es triste y desastrosa. Yo pensé que sería capaz de cambiar la historia de aquella vida llena de maltrato y pesadillas constantes, pero no pude.
Empezó hace mucho tiempo cuando nosotras las mujeres no teníamos ni voz ni voto en este planeta, donde éramos abusadas por aquel hombre que creía que podía tener poder sobre nosotras, donde creían que nosotras teníamos que hacer todo lo que ellos querían, atenderlos y… hasta acostarnos con ellos. Tenía 16 años cuando ellos me arrebataron mi hogar y mi familia, recuerdo aquel rostro de mi madre llorando por mi partida, pero tanto ella como yo no podíamos hacer nada.
Llore y suplique tantas veces, recibí tantos golpes como eran posibles, caricias no deseadas corrían por mi cuerpo, volvía llorar, pero a ellos no les importaba nada y solo abusaban, me pegaban y me violaban cuantas veces querían, yo para ellos solo era un objeto al cual podían usar. Después de todo eso ellos se fueron, recuerdo la satisfacción que sentía al escuchar los pasos alejarse de mí, en ese momento le rogaba al cielo para que no vuelvan, pero mis ruegos no eran suficientes.
Por las noches, cuando al fin encontraba un poco de paz, mis sueños se volvían pesadillas, mis sentimientos eran nulos dentro de mí, ya no era capaz de ser feliz, ya no podía sonreír ni mirar con ojos ilusionados, mi vida se había ido junto a mi felicidad, el control de mi cuerpo lo había perdido, solo era un títere más, uno más en esa casa.
Tal vez ahora pueda ser feliz porque pude escapar de esa pesadilla, pero cada noche antes de dormir, vuelvo a sentir sus manos, vuelvo a sentir su respiración y es ahí cuando empiezo a llorar. ¿Algún día lo podre olvidar?
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